Rosa del cielo, madre de la bruma,
tu luz desciende suave entre los pinos,
y el alma de Beteta se perfuma
con tu presencia, dulce y sin caminos.
Eres consuelo en tardes de tormenta,
claror que en la montaña se desliza,
y en cada flor que el campo te presenta
hay un suspiro, una oración, una sonrisa.
Virgen serena, reina de la altura,
tu manto es paz, tu nombre es esperanza,
y quien te mira, siente que la hondura
del corazón se llena y se abalanza.
Oh Rosa pura, guía de este suelo,
tu amor es canto, tu mirada, cielo.
Costampla
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