MONTE QUEBRADO, PULSO DULCE

 En el umbral de la sierra, donde el tiempo se detiene, Beteta, baluarte pétreo, su silencio sostiene. No es villa de llanura, si bien en sus vegas, campos se extienden, pura esencia de caprichosas tobas, donde los vientos prenden.

Piedra a piedra se alza, vigía de horizontes, con la savia de milenios que sus rocas trasponen, sus calles, laberinto que el pasado retuerce, susurran viejas gestas, la historia que florece. Del castillo, ruina altiva, el eco aún persiste, de moros y cristianos, la huella no se viste de olvido, sino de sombra, que danza entre sus muros, testigo mudo y noble, de siglos claros y oscuros.

La hoz, profunda herida que el Guadiela ha tallado, abraza con su verde el espíritu encalmado, tilos centenarios, quejigos y pinos salgareños, conviviendo con avellanos, arces, mostajos y tejos. Los venados, fantasmas que por sus sotos transitan, y los buitres centinelas, que los cielos habitan. Beteta, enigma geológico, poema de la tierra, donde la roca es verso y el tiempo se aferra.

No busques en sus plazas, bullicio de mercado, sino el murmullo eterno, del sosiego por ellas celado. Percibirás en el aire, el aroma de la leña, que apreciarás como bálsamo, y encontrarás gente buena, moldeada en sacrificio y trabajo.

Pueblo de gente valiente, corazón de serranía, magia en estado puro, un tributo a la poesía, que en cada ángulo retiene y eternamente mantiene, la esencia pura y hermosa, de la Cuenca encendida.


Costampla

No hay comentarios:

Publicar un comentario